sábado, 27 de septiembre de 2014

UN MILLÓN DE CHILENOS MUERTOS


El Comandante Pepe, del Movimiento de Izquierda Revolucionario chileno, tenía claro el espíritu del congreso marxista de 1967 cuando dijo que debían “morir un millón de chilenos para que el pueblo se compenetre de la revolución y esta se convierta en realidad” y construir de esta manera mil gulags, entre otros tópicos de la agenda refulgente. Otros suponen que esta era una cifra moderada. El dictador Augusto Pinochet asesinó a tres mil compatriotas. Pepe era visionario, objetivo y analítico. Según el luminoso congreso del Partido Socialista la vía armada era legítima e ineludible y la única ruta potente y eficaz para alcanzar el edén soñado, la cubanización a la chilena. Lo demás era demagogia burguesa, socialdemocracia, charlatanería estéril. La matanza de enemigos que los socialistas coherentes anhelaban en sus consignas, cantos y marchas marxistas se llevó a cabo pero al revés, ya que los generales golpistas se les adelantaron con viveza criolla ese 11 de septiembre de 1973. Los que querían asesinar a miles de chilenos siguiendo al apóstol Fidel Castro y con una boina del Che terminaron siendo ultimados, perseguidos y víctimas beatificadas. Calcularon mal, y un revolucionario ingenuo o timorato es un difunto. Pretendían a través de la agudización de los conflictos crear un escenario propicio para el enfrentamiento definitivo entre las fuerzas revolucionarias y las retardatarias. La elección democrática de Salvador Allende sólo fue un avance táctico, dentro de un breviario más profundo y transformador, de verde olivo. Casi ningún allendista o revolucionario fue a defender al Presidente Salvador Allende en su hora más difícil y todas las bocas exaltadas y arrebatos infinitos se enmudecieron en menos de veinticuatro horas y los que pelearon en contra de los golpistas fueron tan pocos que caben en una micro. Es como si les hubiese entrado el miedo repentinamente. Todos huyeron o se escondieron, con las consignas y dogmas contestatarios ya en la letrina. Lo que corresponde ahora, como el esposo infiel, es negarlo todo con templanza: el baño de sangre anunciado, la vía armada como camino al cielo, las homilías incendiarias, el atropello a todos los derechos existentes, el Holodomor, el sanguinario y monstruoso congreso marxista de Chillán, las adulaciones poéticas a Stalin, etc. Si recibiste preparación paramilitar, olvídalo; si te regalaron una pistola o bultos cubanos, olvídalo; si deseabas con fervor la muerte del prójimo, olvídalo; si permitiste el ingreso de guerrilleros extranjeros del más alto nivel como asesores, olvídalo. En la actual atmósfera hay que creer firmemente en el sufragio burgués, en el capitalismo victorioso, condenando con los ojos carmesíes todo acto de violencia, con las vestiduras rasgadas y un tejado de vidrio embozado. El sádico Comandante Pepe, que nunca fue excomulgado por la izquierda, era un líder casi espiritual en esa época, un paradigma, y tenía los números nítidos, cual clarividente, y hoy, todo socialista o allendista bien nacido, lo lleva en el corazón, con ardor y disimulo. Prefieren poner una fotografía del Che en la camioneta que una del desbaratado guerrillero criollo. Pepe falleció en su ley, de acuerdo a su doctrina y convicciones, como otros. El presidente Allende veía a la URSS como a “nuestra hermana mayor” y el devoto y mesiánico Comandante Pepe era visto como un “tambor mayor”, una brújula, con discípulos leales como la brigada Ramona Parra. Algunos, por disímiles motivaciones, ya no quieren hablar de él, de sus inflamadas opiniones, de los comandantes. Es como si hoy les desagradara. Expresiones míticas, descriptivas, proféticas, aglutinadoras, sublimes, catequistas y legendarias como “los momios al paredón y las momias al colchón” y otras revelaciones de fe similares son nostalgias que nunca se irán del ser que es puro, consecuente. Otros, más avisados, ven con malos ojos que hoy el yerno de Augusto Pinochet esté financiando a socialistas. Los izquierdistas más visionarios son lobistas, empresarios, asesores y súbditos del faraón, negociadores oscuros y predicadores de la justicia social. No se ve muy bien que el pinochetismo económico tenga en el bolsillo al quehacer político a través del vil dinero. Una suma de dinero potente podría ser capaz de trastocar los valores más profundos de un socialista.




















Del blog índice LAS SOTANAS DE SATÁN

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